miércoles, 28 de marzo de 2018

El Kerigma, el Anuncio de la Buena Noticia

La palabra “kerigma” etimológicamente significa “proclama”, “declaración”, promesa hecha por un heraldo; y en el lenguaje eclesial ha sido incorporada para expresar la proclamación interpelante y jubilosa que la Iglesia hace del acontecimiento salvífico. El kerigma es la proclamación de la noticia de Dios, de la Buena Nueva, de la Palabra poderosa de Jesucristo que convierte y que salva.

Esta proclama, el kerigma, en su sentido original de “clamor” o “llamado”, hay que entenderla como una manera de decir, con convicción, con decisión, con seguridad, como una manera de anunciar algo de valor máximo: el gran amor de Dios. Y precisamente, por anunciar la salvación, esta proclamación interpela a la aceptación de la misma, es decir, a la conversión. El kerigma no es palabra que ilustre, que explique o que desarrolle una doctrina, sino que es palabra que habla y que da testimonio; es palabra que descubre, interpela e inquieta, hasta lograr que algo ocurra en quien la escucha.

El kerigma es el mismo espíritu que aletea buscando donde posarse... 

En el Nuevo Testamento se emplea mucho más el verbo “kerysso” (acción de proclamar”) que el sustantivo - kerigma, que es el contenido o mensaje- dando a aentender su condición de concepto dinámico— significa ordinaria y simultáneamente el acto de proclamar y el contenido mismo del mensaje proclamado. Sujeto de esta acción es siempre un mensajero cualificado, autorizado y preparado para ese fin. No todos pueden "proclamar" este mensaje. De hecho el verbo, que en el Nuevo Testamento únicamente se aplica a los apóstoles, no significa propiamente "predicar", exponer una doctrina, enseñar o hacer una exhortación, sino "proclamar un hecho o acontecimiento".

En el Nuevo Testamento encontramos que el kerigma es el acto de proclamar y el contenido mismo del mensaje proclamado, que es la persona de Cristo, Muerto y Resucitado. En el kerigma según el Nuevo Testamento, encontramos tres elementos:
  • El acto de comunicar en nombre de Jesús (por parte del heraldo, que puede ser un apóstol, profeta, maestro, evangelizador) 
  • Un mensaje o contenido (proclamar el nombre de Jesús) 
  • Que se hace acontecimiento de salvación, por el nombre de Jesús, en todo aquel que lo acoge con fe y conversión.
Además, el objeto directo del verbo "proclamar" no es otro que: 

1. El Evangelio (ver 1 Tes 2,9; Gál 2,2; Mc 1,14; Mt 4,23). 

2. La persona de Cristo Jesús (1 Cor 1,23; 2 Cor20, 25). 

3. El Reino de Dios (Lc 8,1; Hech 20,25). 4. La vida, pasión, muerte y resurrección de Cristo (Mt 4,23; 9,35).

En estas cuatro expresiones encontramos un mismo contenido y una llamada que se dirige a todos los destinatarios u oyentes, comprometiéndoles y urgiéndoles. Ahora bien, el kerigma se encuentra ya presente:

- En la vida terrena del Señor Jesucristo, que proclama el Reino de Dios. 

- Se prolonga en la vida y en el trabajo de los apóstoles y de la entera comunidad cristiana. 

- La comunidad cristiana encuentra el sentido y el fin primordial de su acción y presencia en el mundo, en el acto mismo de proclamar el kerigma.

Es íntegro. No se puede añadir ni omitir nada. El kerigma prohíbe al portador o mensajero la imposición de valoraciones y exigencias propias. Es actual. Si en el kerigma, como hemos dicho, se da la acción y actualización de la palabra divina, no puede permanecer en el pasado, sino que debe ser traída constantemente al presente y dicha a cada uno de los hombres y mujeres, a quienes se dirige. No podemos olvidar que el kerigma, al proclamar a Cristo que es lo fundamental en su doctrina o enseñanza, debe limitarse a proclamar la sustancia profunda del cristianismo, los rasgos fundamentales de la vocación cristiana, evitando lo accidental, lo superficial, lo menos importante. Es esta una condición absolutamente necesaria para que el mensaje pueda, no solamente ser asimilado por sus destinatarios, sino además penetrar en ellos de manera iluminadora, creativa y efectiva. Quedaría para una futura reflexión sobre el kerigma: sus agentes (quiénes lo llevarían a cabo), las formas de kerigma que se pueden realizar en la comunidad (los métodos), los contenidos kerigmáticos, su relación con otras formas de la evangelización, con la Palabra de Dios y con la liturgia misma y a quiénes debe dirigirse (sus destinatarios). Lo mismo, si estamos hoy pensando en la Misión Continental, dónde y en qué momento ubicaríamos esta acción prioritaria de la Iglesia.

"Los kerigmas nuevos que están surgiendo en la iglesia católica es en gran parte gracias al Camino Neocatecumenal" - Papa Juan Pablo II 

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